Arnoldo Leal Cordero
Juan Roberto Zavala es un hombre mesurado y sencillo, jovial e inteligente, modesto, de mirada parpadeante; siempre con documentos en la mano. No conoce el titubeo, aunque hace gestos con su cara, los que reflejan su inquietud e impaciencia por hacer algo.
Es historiador, maestro universitario, escritor prolífico, periodista, funcionario público; una persona que piensa y actúa al mismo tiempo, siempre preparando libros, aunque ya ha escrito y publicado trece; excelente conversador, sabe ser buen amigo. Quizá el ser servicial sea una de sus cualidades principales, junto a lo afanoso con sus responsabilidades. Es habitual en él levantar dos teléfonos al mismo tiempo y llevar ambas conversaciones con todo entusiasmo. No conoce el descanso, siempre sonríe.
Tiene la habilidad de descubrir el talento ajeno. Ha sido uno de los maestros en la administración pública que ha influenciado positivamente la vida de varios maestros como Jesús García García, Jorge Pedraza, Argelia García, Napoleón Nevares, al gran educador y uno de los más grandes escritores de la entidad, Ismael Vidales Delgado, de Juan Francisco González Rodríguez, a la talentosa maestra Tachita Rivas Olivo y también a los maestros José Luis Elizondo, Jesús Iruegas, Filiberto Martínez, Gustavo Garza Guajardo, Oliverio Anaya, Santa Amparo García Coronado, Guillermo Belloc, Olivia Flores, Javier Castillo Moncada, Sofía Saca, Miguel Ángel Arreola, y muchos otros.
En lo personal, guardo el tesoro de muchas enseñanzas que ahora son parte de mi formación profesional. Lo recuerdo como un estratega que generalmente acierta en todo lo que toca y creo que la llegada de Juan Roberto Zavala a la Dirección de Educación Superior es algo de lo mejor que le ha sucedido al magisterio, especialmente a las escuelas formadoras de docentes. Nos enseñó a expresarnos en voz alta y a pronunciarnos sin temor a equivocarnos.
Cuando llegó el licenciado Zavala a dirigir las escuelas formadoras de docentes, se nombró a la maestra Argelia García como Directora de la ECE. La maestra había sido recomendada por el Dr. Roberto Moreira, amigo del Dr. Luis E. Todd, y de la Escuela de Ciencias.
Con respecto a la ECE, le escuché decir: “es una escuela deshuesada, hay que apoyarla mucho y sacarla adelante, no la vamos a dejar sola”. Así le decía a la maestra Argelia García, y sin duda era la mejor oportunidad de la ECE para crecer; sembró buena semilla, porque la ECE se veía como una escuelita de secundaria y coincidía con la visión de la mayoría de los maestros, habría que dar a los alumnos un horizonte más amplio, pero primero capacitar bien a los catedráticos.
Luis Todd y Juan Roberto Zavala tenían la visión universitaria y querían compartirla con los profesores. En las escuelas formadoras querían una comunidad de profesores y estudiantes que se mantuvieran a la altura de las necesidades de su tiempo; que representaran una emanación de la cultura y de la ciencia en el sentido más amplio, sirviendo a la educación con una visión profesional, global e integradora, capaz de darle a los maestros y estudiantes un horizonte más amplio.Que verdaderamente fuera una educación superior, auténtica, científica, con valores universales.
Recuerdo al licenciado Zavala en su oficina de la Secretaría de Educación, tomando café todo el día y como a las cinco de la tarde se comía una hamburguesa o unos tacos a la carrera, revisando papeles. Nunca lo vi sosegado y así de frente le seguía hasta después de las diez de la noche y los sábados, hasta la hora de la comida se retiraba.
Algo que siempre le he admirado es su enorme capacidad de trabajo; no se le escapa nada, siempre está en todos los detalles y además es ampliamente modesto, porque es uno de los dos o tres grandes hacedores de la ECE y él mismo se ha encargado de ocultarlo.
El siguiente es el legado de Juan Roberto Zavala a la ECE:
- Reconocimiento de las plazas de base
- La homologación salarial
- La maestría en Administración
- La maestría en Psicopedagogía
Todo lo anterior son recuerdos que guardo en mi memoria de un ser humano con quien, a través de los años y el trato continuo, tengo una firme amistad que, con discrepancias y afinidad de ideas, se ha fortalecido a través del tiempo.